Al ingresar, un cartel indica que hacia la derecha se ofrece autoservicio y a la izquierda las mesas son atendidas por mozos que toman los pedidos de manera tradicional. Esta es una de las particularidades del local que en su diseño diferencia estas dos maneras de funcionar: por un lado, sillas rojas se extienden en una larga mesa comunitaria iluminada por faroles enormes, mesas cuadradas de madera y una barra con vista a Av. Corrientes. Por otro lado, mesas redondas de mármol y, más allá, un gran sillón de cuero marrón con una pared de ladrillos a la vista a sus espaldas. “Realizamos esta separación porque la gente grande culturalmente está acostumbrada a que los sirvan”, explica Santiago, el gerente de la cafetería.
Otro rasgo particular del lugar es que la música que suena es especialmente elegida por Santiago, quien antes de dedicarse a la gastronomía trabajaba como DJ, y pone atención a los estímulos sensoriales. Así, las decenas de listas varían según el horario: por la mañana smooth jazz, durante el almuerzo funk y disco y, por la tarde, disco house.
Hay un espacio dedicado a la venta de café Illy –el mismo que sirven– y otros productos comestibles importados como si fuera un mini freeshop, con turrones, tés, chocolates y galletas.
Además del blend de la marca italiana que los provee, cada día ofrecen filtrados de un origen distinto, ¡hay que mirar el cartel que se encuentra detrás del mostrador!
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