La estética del LAB justifica su nombre: los elementos para servir café filtrado, todos juntos al final de la barra, dan la sensación de estar en un salón de ciencias. Y si en un laboratorio se experimenta hasta lograr el resultado óptimo, este no puede ser la excepción: aquí se tuesta el café, característica exclusiva de algunos pocos lugares de Buenos Aires. Bien minimalista, la isla central de servicio concentra la atención. Sentarse a la barra que la bordea es la principal opción para quedarse, aunque también hay barra a la calle y un espacio al fondo con sillones para una estadía más relajada.
Excelente atención, muy buen ambiente y café
El café de origen colombiano es muy rico, tiene notas a azúcar mascabo. La atención y asesoría es muy buena
Muy buena atencion y un ambiente muy ameno