Una cueva de café bien palermitana

La costumbre hizo del wifi un servicio que todas las cafeterías ofrecen a sus clientes. No es el caso de Lattente, que además pregona las ventajas de pasar un momento en conexión pero con otras cosas, sobretodo el café. La rigurosidad de los detalles está puesta en el producto y en la intención de que se disfrute al máximo. Lo demás queda librado al azar palermitano que ordena en clave artística todo lo que en otro sitio difícilmente conviva: el rostro de un gran Buda pintado en tiza que parece mirar los estantes llenos de libros, un molinillo de madera y una pequeña figura de Batman.

Se trata de un espacio reducido, donde sólo hay dos mesas altas de cuatro asientos cada una y un sillón para dos personas más. Puede parecer poco, pero suele haber un lugar vacío porque Lattente es ideal para hacer una pausa mientras se pasea por el Soho porteño.

Situado en un barrio sinónimo de tendencias, en Lattente innovan ofreciendo algunos productos orgánicos y una variedad de «lattes» apta para veganos: sirven café con leche de almendras.