Una porción de Colombia en Buenos Aires

En medio de Palermo pero lejos del bullicio de las calles más transitadas, Vive Café es un pequeño local semejante al ambiente de una casa familiar. El saloncito luce como la habitación de quien reúne sus objetos más valorados y los dispone donde encuentra lugar. Una mesa hecha con una antigua máquina de coser, sillones fabricados con pallets reciclados, revistas dispersas, vinilos en la pared, un viejo mueble restaurado como mostrador, dibujos en las paredes: un conjunto de cosas que le dan al espacio cierta frescura de lo espontáneo.

Aunque no haga culto de su raigambre colombiana, esta cafetería hace alusión al costado más tropical del país cafetero. Un tucán, el aguayo sobre el sillón, bolsos de macramé y un sol de noche, objetos que conectan, aunque sea a la distancia, con las fincas donde se cultivan los granos que importa de manera exclusiva. El acento de Jonathan, fundador y barista, refuerza ese viaje momentáneo, definitivamente realizado cuando ofrece la almojábana, un dulce típico de su país natal.